miércoles, 13 de julio de 2011

SER INTELIGENTES ES PENSAR EN RIVER

Teniendo en cuenta el tiempo que resta para el inicio del Torneo Nacional B 2011-2012 del cual vamos a formar parte, no queda otra que ser inteligente a la
hora de conformar un plantel para afrontarlo. Ya, desde el nombramiento de Matías Almeyda como técnico, el desafío es doble: en primer lugar porque la designación del "Pelado" implica una apuesta a ciegas, en tanto los resultados serán quienes marquen el futuro derrotero del novel entrenador; en segundo lugar porque deberá discernir entre armar un equipo acorde a la categoría en la que jugará o retornar a las fuentes, a la identidad futbolística que históricamente ha caracterizado a River.
Sobre este segundo punto las opiniones se encuentran divididas. Hay quienes piensan que se debe conformar un plantel con jugadores que conozcan la categoría; que no sientan lo distinto de jugar un fútbol de mayor roce y contacto, de pelotazos y poca asociación, en terrenos de dimensiones menores o en mal estado. Es decir, apuntar al "picapiedrismo" -si se me permite la expresión- en tanto la media general así lo amerita. La resultante de este razonamiento sería que en las categorías de ascenso no existe el buen fútbol por resultar una condición intrínseca a las mismas.
La histórica identidad futbolística de River se perdió progresivamente en los tiempos  (hagamos memoria acerca de cuál fue el último equipo que registró esa cualidad), por los desaciertos deportivos y el desaforado e inmoral afán de los negocios personales que todos conocemos, sumándosele a ello un endiosamiento de la tribuna que, en aras de la nefasta "cultura del aguante", anestesió e invirtió los atributos que nos distinguieran en el fútbol argentino.
Si las categorías de ascenso son una especie de pirámide en donde cada escalón a superar implica establecerse en una competencia futbolística mayor ¿qué duda cabe que el Torneo Nacional B resulta inferior en calidad al nivel registrado en la Primera División A? A la luz de este simple y lógico razonamiento cabe preguntarse ¿entonces River deberá acentuar aún más esa pérdida de identidad futbolística conformando un plantel mediocre o de "picapiedras"? La respuesta es no. Deberá armar un equipo de mayor jerarquía que la que muestran aquéllos a quienes va a enfrentar, justamente por estar militando en una categoría inferior y por la necesidad de recuperar la identidad perdida. Por otra parte ¿qué sentido tendría armar un equipo con jugadores de la categoría si después, para el caso de lograrse el ascenso a la Primera División, habría que volver a fojas cero y nuevamente resolver un nuevo rompecabezas?
Con respecto a los escenarios que deberán visitarse y su influencia sobre el normal y el buen desarrollo del fútbol, la sentencia resulta una verdad a medias. Hagamos memoria: el gran equipo del '75 que logró el título después de 18 años sin logros perdió tres partidos claves con Boca Jrs., con Atlanta y con Newell's Old Boys en uno de los campos de juego más grandes del país, el propio Monumental.
Teniendo en cuenta la llegada de Domínguez y Cavenaghi más los nombres que suenan en el mercado de pases que aunque no terminen de concretarse hablan de una tendencia hacia cierto tipo de jugador, como en el caso de Olmedo de Godoy Cruz, parecería que el objetivo es formar un plantel de categoría que pueda trascender al mero ascenso y prolongarse en Primera División. Y está bien que así sea de una vez por todas, porque no hay necesidad de achicarse hoy para crecer mañana. De ningún modo. Hoy se tiene que comenzar a recuperar la grandeza pensando en que competir en el Torneo Nacional B  debe resultar, en la mente de directivos, jugadores y técnico, un tránsito hacia un objetivo mayor que deberá lograrse lo antes posible.    
    


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