jueves, 28 de julio de 2011

28 DE JULIO DE 1935: ADOLFO PEDERNERA DEBUTA EN LA PRIMERA DE RIVER

Con apenas diecisiete años de edad, proveniente de la Cuarta Especial del Club, el 28 de Julio de 1935 debutaba Adolfo Pedernera en la primera de River. La Comisión Directiva de entonces había resuelto que Adolfo se entrenara con el plantel superior con sólo 16 años, acercando a los sueños del joven la hora de calzarse la camiseta de la banda en un partido oficial del torneo de primera división.
El debut se produjo en un partido contra Ferro Carril Oeste, en la vieja cancha de Alvear y Tagle, y que terminara empatado 1 a 1 con goles de Bernabé Ferreyra para River y de Emeal para el equipo de Caballito. 
Aquella tarde, River formó con Angel Bossio;  Juárez y Bezos; Santamaría; Minella y Wergifker; Deambrossi; Pedro Lago; Bernabé Ferreyra: Peucelle y Pedernera. 


martes, 26 de julio de 2011

27 DE JULIO DE 1989: EL ULTIMO PARTIDO DE DANIEL PASSARELLA

Un jueves 27 de Julio de 1989, Daniel Alberto Passarella jugaba su último encuentro oficial con la camiseta de River. Esa noche, en el estadio de Vélez Sársfield, River Plate venció 2 a 1 (goles de José Tiburcio Serrizuela y Ramón Centurión) a Boca Juniors por la Reclasificación de la Liguilla Pre Libertadores 1989 y el árbitro Juan Bava expulsó a Passarella.  Con ese resultado, River se clasificó para jugar contra el campeón de la Ronda de Ganadores, que había sido San Lorenzo, a quien venciera posteriormente. 
Aquélla fría noche, el primer equipo formó de la siguiente manera: Angel David Comizzo; Fabián Basualdo, Jorgue Higuaín, Daniel Alberto Passarella, Jorge Manuel Gordillo; Ernesto Corti, José Tiburzio Serrizuela, Sergio Batista; Omar Palma; Juan José Borrelli y Ramón Centurión.
Se cerraba de tal modo una exitosa campaña de 298 partidos jugados con 99 goles convertidos y la obtención de los campeonatos Metropolitano 1975, Nacional 1975, Metropolitano 1977, Metropolitano 1979, Nacional 1979, Metropolitano 1980 y Nacional 1981.

A NO CONFUNDIRSE

Es indudable que todos tenemos una sensación rara. A un mes de haber descendido al Nacional "B", nos sorprende ahora la reestructuración de los torneos oficiales de AFA que se pondrá en marcha a partir del año siguiente, que prevé la unificación de dicho campeonato con el de la Primera División "A".
Entonces nos preguntamos qué sentido tiene que River juegue a partir de mediados de Agosto el último torneo de una categoría que desaparecerá en 2012 si, resultados deportivos mediante (debe entrar entre los primeros 16 equipos para participar en el campeonato unificado), no necesitará salir campeón para volver a militar en la primera categoría de nuestro fútbol.  ¿Caprichos del destino? ¿Consecuencias de nuestra pérdida de categoría? ¿Intento de salvar a los clubes grandes en aras de posibles próximos descensos? ¿Federalizar el fútbol mayor?
Sea cual fuere la cuestión que motivó la decisión de AFA, la realidad es inmodificable, como también son inmodificables las causas que derivaron en el descenso, ya analizadas en otras entradas del presente blog. Para que nos quede claro: el descenso de River es anterior a cualquier elucubración emanada desde el máximo órgano futbolístico, con lo cual, a pesar de la engañosa sensación de que todo se minimiza, el dolor inflingido a nuestro sentimiento más puro no se borra ni olvida.
No obstante, este próximo tránsito por el Nacional B no deberá resultar un camino insulso y desabrido. Por el contrario: la falta de necesidad de obtener el campeonato para ascender y la lógica esperanza de que el equipo se encuentre entre los 16 clasificados para retornar a la Primera División "A" deberán aprovecharse para recuperar la esencia futbolística de River que siempre supo mostrar como propia.
Hasta hoy, los nombres incorporados (Aguirre, Cavenaghi, Domínguez, Vella, Sánchez) para afrontar el próximo torneo de ascenso, más algunos posibles de llegar al Club (me encantaría Arévalo Ríos), invitan a pensar que ése es el camino que han  decidido tomar los dirigentes y el cuerpo técnico, lo cual significa una doble ventaja: mostrar buen fútbol y por ende resultados  en el torneo de ascenso y proyectarlo el año próximo en la máxima categoría, sin tener que andar armando y desarmando equipos y otorgando continuidad al proceso iniciado.  Sería una muestra de inteligencia y coherencia; o sea de pensar en River. 

viernes, 22 de julio de 2011

DE IDENTIDAD, MANDANTES Y MANDATARIOS

Cuando los integrantes de una sociedad dejan de interesarse por las cuestiones que involucran a todos sus miembros, la abulia y el dejar hacer de los mismos les abren las  puertas a sus dirigentes para que hagan y deshagan a su antojo. Este proceder no hace más que agrandar la brecha existente entre la base misma que eligió a esos dirigentes y estos mismos, es decir entre mandantes y mandatarios, por acción u omisión.
En el caso de lo ocurrido en nuestro Club, la falta de acción derivó en omisión como negación de aquella. Y, para el caso de haberla habido, ocurrió cuando todo ya presentaba un panorama desolador, con el único fin particular de deslindar responsabilidades,  mostrándose lastimosamente en diferentes medios para el regocijo y solaz  de muchos que nos querían ver así como estamos.
Preservar la dignidad es una condición previa a asumir cualquier acción humana, porque, una vez pisoteada, ya no ofrece retorno y  transforma  la vivencia en un hecho lastimero y desdeñable. Aún más: da pie a la aparición de las más bajas miserias que el hombre pueda mostrar con tal de salvarse a sí mismo.
Muchos actuales dirigentes del Club creyeron que diluyendo sus nombres en las listas que se presentaron como opción en las últimas elecciones cruzaban el Jordán y se purificaban, con el fin de recomenzar una nueva aventura. Sólo que esta vez no había espacio para tal cometido: la sumisión solapada hacia la AFA y los poderes mediáticos; el déficit operativo; el pasivo exigible; la contratación de jugadores privilegiando negocios particulares; la falta de proyección deportiva a nivel internacional y el alejamiento de los lugares de vanguardia en los torneos locales mostraban el real estado de cosas.
Alguna vez pensé, con dolor, que hasta se habían apoderado de la sigla que nos identifica, transformándola en Club de Amigos que Rifaron el Prestigio (CARP). Porque ciertamente, al menos así lo creo y la realidad no hace mucho por desmentirmelo, que desde 2005 River fue eso; tristemente eso.
No voy a borrar con el codo lo que escribí con la mano, aunque me digan ahora que con el resultado puesto o el diario del lunes es fácil hablar. La acción u omisión de nosotros, los socios, permitió que se arribara a las últimas elecciones con la oferta electoral que tuvimos para optar. No fuimos capaces de construir una alternativa basada en los valores que deben marcar la gestión de una asociación civil como la nuestra que tiene al fútbol como bandera y que genera en cada uno de nosotros el más puro sentimiento de  amor incondicional a una divisa y el respeto por mantener su identidad. Ser River y no otra cosa.   
No obstante estimo, en orden a una serie de causales cuyo análisis escapa a la estrechez de esta reflexión y de entre las cuales la nefasta “cultura del aguante” resulta la más significativa, algunos se confundieron. Claro que resulta gratificante y hasta enorgullecedor comprobar la fidelidad hacia nuestros colores en cualquier estadio del país, pero a la hora de definir algo, termina no definiendo nada. Nada que tenga que ver con algo que todo el ambiente del fútbol no conozca o no quiera conocer. ¿O acaso durante los dieciocho años sin campeonatos disminuyó el apoyo a nuestro equipo? ¿O tal vez esa falta de logros hizo que disminuyera la cantidad de hinchas de River a lo largo y a lo ancho del país?
River se hizo famoso en el mundo entero por su estilo y su manera de jugar al fútbol. Todavía no hay campeonatos de hinchadas que nos aseguren que llenando todas las canchas en donde se juegue se van a sumar, en caso de ganar el partido, más de tres puntos. El efecto de la falsa consigna de no criticar nada ni hacer saber nuestro descontento con el equipo so pena de ser calificados como “amargos”, no sólo nos llevó hasta este presente, sino que además contribuyó a esa abulia general que permitió el hacer y deshacer dirigencial sin ninguna traba, convirtiéndose en una paradoja: quienes mejor interpretaron desde la tribuna la defensa de nuestros colores terminaron allanando el camino a quienes rifaron nuestro prestigio, generando un peligroso vacío identitario que habrá que revertir.
Por último, y retornando a los conceptos de mandantes y mandatarios con que iniciara este artículo, parecería que algunos todavía no entendieron de qué se trata. En una de sus apariciones públicas después del desastre del 26 de Junio, el Presidente del Club se dirigió a nosotros como “nuestros queridos socios”. Soy socio de River, no de una Comisión Directiva. Si se refirió al Club, lo hizo mal.  ¿Tendrá en claro que él mismo es un socio más designado por la voluntad de sus pares para gobernar el Club y no más que eso? ¿No debió utilizar la palabra consocios? ¿O estoy tan equivocado?            

jueves, 21 de julio de 2011

NUESTRO ANGEL

Siempre le pedimos que esté con nosotros.
Que nos cuide, nos ayude.
Que vele por nuestra eterna sonrisa
y nos empuje a una vuelta más.
¿Qué otra cosa se le puede pedir
a un Angel de la Guarda que, indefectiblemente, la mandaba a guardar?
Sin embargo, no es un Angel como todos.
Los domingos deja el Cielo
y viaja colado en un tren, o hace dedo
para llegar hasta el lugar en donde
once camisetas con la banda roja en el pecho
desatan la locura en las tribunas.
A veces, el mismísimo Dios lo recrimina
por no almorzar juntos el día del descanso
posterior a la Creación.
¿Sabe lo que pasa, Señor?
Así como Usted creó al mundo
a River lo inventé yo
y si no me doy una vuelta los domingos
seguro que la pelota no entra y pega en el palo,
que nuestro arquero no la saca,
que la punta del botín del nueve
no llega a empujarla adentro.
¿Y sabe qué?
Desandar el camino del Cielo al Monumental,
a Boedo, a Liniers, a Avellaneda, a Caballito,
a Villa Crespo, a San Martín, a La Plata, a Saavedra
me devuelve la sensación de estar vivo.
Y siento que de nuevo tengo sangre, huesos, piel,
corazón, y hasta levanto el dedo índice
para acomodarme los lentes, aunque ya no los necesite.
Por eso no almuerzo con Usted los domingos.
¿Cómo dice? ¿Qué hay un barrio que no visito?
Yo quiero, porque siempre fui allí y gocé
y los tuve de hijos, pero no me quieren.
Mire qué ironía: siendo un Angel invocan
hasta al Diablo para que no pase cerca.
Se amargan con sólo verme.
Por eso, Señor, no es que no quiera estar
en su Cielo ni mucho menos.
Es que mi Cielo está allá abajo los domingos.
No se enoje. Después de todo, no es para tanto.
Vuelvo de la cancha y cenamos juntos.

¿LEYES DE MENDEL, CASUALIDAD O DESTINO MANIFIESTO?

Aunque parezca simple, es uno de los misterios de la vida. Pueden existir causas lógicas para explicarlo, pero no alcanzan para encontrar las causas últimas, la razón de las razones que lo justifique. Ante esta cerrazón epistemológica, no queda otra cosa que echar mano a lo fáctico, quizás como modo de acercarse un poco más a lo que es.
En el principio fue el contacto con mi piel que seguramente no entendí. Tal vez una sonrisa inconmensurable de mi viejo al verme cubierto con ella y pensar que sobraba tela o faltaba carne. Mi vieja asentiría presintiendo una continuidad inevitable, un sino imposible de esquivar, una estrella marcada a fuego. Mi viejo, un esperanzado. Mi vieja, una convencida del destino manifiesto.
Casi ajeno a todo no puedo detallar cómo siguió la historia. Sí puedo aventurarme a decir que se trató de la etapa de los miedos, de las dudas, porque si bien ya decía “mamá” y “papá”, reconociendo a cada uno de ellos, las demás palabras no fueron constantes sino apenas consecuencias de situaciones determinadas. Pero los miedos no eran míos, ni de mi vieja. Eran de mi viejo, porque en esta etapa aparecen nuevos personajes que jamás dejan de estar presentes a la hora de moldear a un ser humano: los tíos.
Los tíos por parte de mi vieja formaron parte de la misma barra que mi viejo; todos eran de Cochabamba entre Loria y Liniers y cada uno también fue alcanzado por el mismo misterio, sin plantearse entonces su continuidad en el tiempo. La cuestión comenzó cuando aparecí en sus vidas, en tanto los dos tuvieron hijas mujeres, y mi viejo tuvo que estar más alerta que nunca mientras que mi vieja seguía convencida del destino manifiesto.
Conociéndolo a mi viejo, cualquier insinuación se convertiría, de seguro, en una imprudencia casi imperdonable porque, si de moldear se trataba, para eso estaba el padre y no los tíos. Yo seguía sin entender. Sin embargo, creo que a los tres o cuatro años comencé a intuir algo acerca de este asunto del que no se hablaba mucho pero estaba siempre presente. Porque en ese tiempo hubo un día clave, una hora decisiva que despertaría todo este discurrir por las cuestiones insolubles.
Pero esa hora, también fue más de mi viejo que mía, porque sin dudas fue él quien se habrá sentido henchido de orgullo por mostrarme un espacio entre presentido y esperado.
Algún caramelo o una “Pomona” (una bebida gaseosa que se vendía en las canchas allá por los ’60) seguramente por años me habrán dejado la huella de ese día, no más. Con tres o cuatro años de edad no se puede aspirar a otra cosa, pero la estrategia de mi viejo apuntaba mucho más lejos. Fue como un bautismo, porque nadie se entera de que es cristiano en el momento de la ceremonia; la toma de conciencia llega después. Pero fue eso, me animo a decir que para mi viejo fue así.
Después vino la integración con el barrio, los amigos, la escuela y ese Día de Reyes único, irrepetible, glorioso. Y otra vez mi viejo que aún no había abandonado su estado de alerta: ya no eran los tíos el peligro, ahora tallaban los amigos y el barrio con la posibilidad de estropear todo lo andado, lo pensado, lo esperado. Él me creía incólume y no se equivocó. Me habían bautizado pero faltaba la confirmación; y ese Día de Reyes, con mi sonrisa más grande que nunca y una ansiedad incontenible mi viejo se dio cuenta de que yo confirmaba lo apenas vivido y lo que vendría después, convirtiéndome en un cruzado en pleno siglo veinte. Y sin saber que no ahorraría llantos, gritos, alegrías, éxtasis, amarguras, multitudes, piñas, insultos, desmesuras y soledades, a las siete de mañana ya tenía la camiseta de River puesta, esperando que se hicieran las diez para salir a la calle y desafiar al mundo, como hasta hoy.

viernes, 15 de julio de 2011

RENUNCIAS, RESPONSABILIDADES Y CULPAS

"Tarde piaste", expresa una vieja y metafórica expresión popular. La reunión de Comisión Directiva celebrada ayer, 14 de Julio, mostró que sigue tan vigente como siempre. Amagos de renuncia, asunción pública de responsabilidades y culpas, exigencias para que se vayan todos y demás no deben asombrar a nadie teniendo en cuenta el cimbronazo institucional-deportivo que vive al Club a partir de ese trágico domingo en el Monumental.
En realidad, de razonar un poco nomás, nos daremos cuenta que lo que ha sucedido ayer es más de lo mismo, teniendo en cuenta cómo se armó la oferta electoral brindada a nosotros, los socios, en las pasadas elecciones que llevaron a la victoria a la lista de Daniel Passarella.
Porque allí radica la verdadera cuestión. Del tronco de la administración anterior surgieron candidatos que se esparcieron en las tres listas con mayores posibilidades de ganar (Passarella, Caselli y D'onofrio), lo cual mueve a dos razonamientos básicos: 1) Que quienes integraron la conducción pasada y se mostraron "reciclados" en las nuevas listas no coincidieran con los lineamientos del anterior gobierno aunque hayan sido parte del mismo y pensaran que aún podían ser útiles a River o 2) Que a pesar de haber compartido responsabilidades de gobierno, la tentación de continuar siendo dirigente pudiera más que la razonable y saludable acción de alejarse de la política interna.
Para el primer caso, la respuesta está en el dicho popular con que comienza esta reflexión, porque, se me ocurre, si alguien está en desacuerdo con las decisiones de un cuerpo del cual forma parte y conoce los alcances perjudiciales que las mismas pueden tener para la institución, y además,  sabe que se encuentran reñidas con la ética y la moral, debe renunciar a su cargo y hacerlo público, a efectos de salvaguardar su buen nombre y honor y que otros carguen con semejante ignominia.  Para el segundo caso, quizás el más problable, la tentación de continuar o ser dirigente del Club más importante del país haya sido muy grande, con lo cual, el diluirse en cualquiera de las listas estuvo al servicio de un interés particular por encima del interés general.  
¿Hasta dónde les importó verdaderamente River a quienes podemos incluir en cualquiera de los dos casos? En esto no hay vueltas ni figuras retóricas como las que escuchamos hasta el hartazgo, inclusive con citas de Jorge Luis Borges. River no puede importar a medias. Porque cuando se mira hacia el costado para ignorar a sabiendas o dejar hacer, en aras de intereses personales o de cualquier otro fin inconfesable, ya River deja de interesar. 
¿Ahora se rasgan las vestiduras quienes condujeron al Club dos períodos? ¿Ahora muestran como un gesto desinteresado su renuncia? Ya no hay tiempo para las salvaciones individuales. Sólo les pido dos cosas: recogimiento y silencio. Silencio por sobre todas las cosas. Basta de deambular por canales de televisión y micrófonos de radio mostrando la hilacha; basta de pretender un segundo "reciclado" en estos momentos tan duros.
En estos momentos, el Club no debe ni puede estar acéfalo. El regreso a Primera División es el objetivo más importante que tiene el Club. Quizás, el más importante de su historia. Que quienes triunfaron en las pasadas elecciones culminen su mandato porque así lo marca el Estatuto del Club, a pesar de los "reciclados" que todavía levantan la voz, ya fueren del oficialismo o de la oposición. 
Mientras tanto, como socios, exijamos, participemos y juntémonos para concebir al Club desde otros valores en la próxima contienda electoral. De nosotros solamente depende respirar aire puro, con la memoria suficiente para que nadie, nunca más, pueda reciclarse como un envase de plástico usado.